Cuando el miércoles pasado leía un SMS diciéndo que habría de despertarme a las cinco de la mañana para recoger a alguien que no conocía a la estación de autobuses, creí que se me estaba cayendo el mundo a los pies.
Eran las once de la noche y aún andaba yo tomando una cervezas en el viejo (en concepto) y nuevo (en estilismo) Bukowsky, acompañado de la mejor de las compañías. 6 horas, pensé. Solo tengo seis horas. Con este cansancio no voy a ser capaz ni de entreabrir medio ojo cuando suene el despertador.
Y sonó. Y me desperté. Y me duché. Y me afeité. Y salí de mi casa dandome cuenta de que me quedaban tres eternos cuartos de hora hasta mi destino matinal. ¡Ostias, tres cuatos de hora! Date vara macho, que no llegas. Y llegue. Vaya si llegue. Llegue con un cuarto de hora de chulería a las seís menos cuarto. Bien. Falta un cuarto de hora.
Pasa un cuarto hora. Son las seís. Llega el primer bus desde la capital de la desesperación ferroviaria, y yo desesperandome en una estación de autobuses. Paradojas de la vida. Con el primer bus llegan los problemas. Coño, ¿y si se bajan y no nos vemos? ¿Y si justo me quedo sin bateria? ¿Y si viene un aguila gigante y me rapta y a estos no les recoge nadie? ¿Y si...? Ya sabeís, esas preguntas absurdamente quinceañeras que se hace uno a los 22.
Pero de aquel primer autobús no bajo nadie. Nadie que no tuviera alguien esperandole. Alguien conocido, claro. Pues chaval, esto va para largo... Llegó el segundo autobús y me encontré con un colega de la facultad que me amenizo un poco la espera, ya que su conocida (la novia) y mis desconocidos (la novia tambien, aunque de Saldua -como diria Aceitunas, ese gran sabio...- bajaron del mismo autobús. Ah! Y Gurru también. A todo esto, que yo no sabía quienes eran. Empiezan los problemas de verdad. Un tio solo en la estación de autobuses -yo- , y una cuadrillita de tres amigos -los desconocidos- solos tambien. Ambos pareciamos esperar a alguien y lo buscabamos con la mirada tipica de aquel que mira a su alrededor como si ya hubiera estado alli pero con semejante borrachera que son imagenes muy borrosas. Joder, tio. Tienen que ser ellas -me dije- Pues claro que son, anormal -repense-. Pero juegas en casa, asi que antes de meter la pata y quedar en ridiculo, mejor espera a que te llamen -lógica aplastante...-. Dicho y hecho. Mireia me llamaba. Y yo la veia hacerlo. Risas incomodas, mientras todos pensabamos lo idiotas que podemos llegar a ser por no meter la gamba hasta el fondo.
Y empezaron las presentaciones seguidas de una pequeña reducción voluntaria de la distancia que nos separaba de casa de Urre. Todo fuera para que no decayera la tropa. Al final, después de cubrir mis adicciones prensísticas, llegamos a casa de Urre. Ese gran personaje al que el corazón le salta del pecho cada vez que tiene que hacer de anfitrión (por generoso) o cada vez que ve como le vuelan la tapa de la olla a un zombie (del susto).
Dejamos la maletas, desayunamos algo y dejamos a Vanesa e Isaac -que ya no eran desconocidos para mi- durmiendo mientras Urre y yo nos llevabamos a Mireia conspirando y regocijandonos en la cara de anormal que se le habria de quedar a Zaldua. En efecto. A si fue. Que careto señores. Y señoras. Que Ibarretxe se mosquea.
Despues de la sorpresita, caras de anormal etc, decidimos ir a tomar un txakoli, y dos, y tres, y cuatro y beltxa bat, aibalaostia Celes, ¿que haces aqui?, etc, etc, etc... hasta que decidimos que Isaac y Vane -las confianzas se ibas desatando estrepitosamente, fruto de la sobredosis de Txakoli- ya habian dormido lo suficiente y habia que despertarlos.
A la salida de casa de Ekaitz, a la soci a comer. Ensalada y pasta. Cutre. Pero necesario a sabiendas del macropoteo que nos esperaba a la tarde. Estuvimos en la mitad de los bares de lo viejo. Unos 340.000 mas o menos. Y cenar. Bokata en la soci. Cutre de nuevo, pero el cuerpo no daba para mas, oiga. Desde que al principio de este relato me habia levantado a las cinco de la mañana, no habia "chapao" las persianas ni para pestañear. Ya sabeis. A quien madruga, patada en los cojones... Juerguita un poco y pa' casita que ya es hora.
Y llega el viernes. Duermo lo justito que hay que raparse la cabellera. me paso la mañana vagueando y a la tarde a hacer marmitako para veinte. Tocate los pies. ¡Para veinte! A mi, que una cuadrilla de dos ya me parece numerosa... La cena salio de puta madre, gracias por supesto a la sabiduaria culinario-creativa de Urre que se atrevio a innovar y no echarle ni sopako ni tomate a pesar de que tuvo que oir pestes de Ramón. Urre, estos conservadores no comprenden tu arte. Tu progresismo gastronomico. Yo lo entiendo y lo amo. Y a ti tambien. Que a Copernico tambien se lo cargaron por pirao y mira. Todo dios comiendole la polla a quinientos años vista.
Despues de pasar 13 horas ni mas ni menos, encerrado en esa sociedad con decoracion marinera donde las haya -hasta campana para cuando los piratas acechan hay- decidimos ir a Caledonian, no si antes darle un baño de clase y humildad a un pesao que se habia enamorado de mi princesita. Ponte a la cola chaval. Beñat se llamaba el anormal. Un pote y para casa que ya te vale -me decia mi apreciado y no por ello bien tratado higado-. Y asi, fue. Taxi y a dormir.
Y asi llegamos a hoy, que me levanto a las doce -ya sabeis, patada en los cojones y tal...- y me vuelvo a esa sociedad que se ha convertido en paredes de prision para mi -bueno, y pal' punky ese que ayer llevaba una cogorza de miedo, y su novia que ya no la llevaba por que habia muerto...-. Y bacalao al pil-pil nada menos. Joder, que salao. Pero estaba bueno. Recoger los bartulos y a despedirnos. Por un lado mi princesita -insisto en que el placer es mio, tu ya me entiendes- y por otro Isaac, que aunque he hablado poquito de el, ya habra mas opción, por que tio. Eres un artista. Canuto pa'ki canuto pa'lla.
Cuando llegamos a la estación de buses, ¿quien es el taxista? y toma, Iñas. Patada en los cojones -Ostia, Zaldua, es verdad. Queda bien en todos lados-. ¿El chofer del autobus? un yonkee de puta madre. Ni Maradona en sus tiempos mozos. Y ahi se subierón al bus. La princesita y Don Canuto. Y Mireia se quedo, por que el amor es bonito. Pesao, pero bonito.
Y se fueron... Y yo me quedo. Mecaguendios, pero que le vamos a hacer.... nos vemos antes de lo que crees.
Y lo mas importante, es que me siento contento de haberme despertado aque lejano jueves pasado para ir a buscar a aquellos que en dos dias se han convertido en grandes amigos para mi. Un beso
Ale peña. Hasta mañana...