lunes, 19 de septiembre de 2011

Ay, que Angustia... (1, viernes)

Las angustias de las que hablo, no son de esas que no te dejan dormir -mucho menos soñar-, de esas que te estresan, que te carcomen y te crean unas ojeras de mil pares. Son de esas en las que no duermes porque no quieres, sueñas más que nunca, te estresas en los encierros y las ojeras son de dos mil pares. No son angustias. Son Angustias.
Un fin de semana al año en el que siempre descubres algo nuevo de tus amigos -que una está pirada, que la otra al final no ha encontrado al tal Juan, que otro amigo ha desaparecido en combate o está cazando murciélagos, que otro se viste de Guardia Civil en sus momentos más apoteósicos..- pero en el fondo te das cuenta de que todos seguimos siendo los mismos. Ya no corremos como antes, las resacas nos duran el doble, el dinero la mitad y las carcajadas son eternas. Pese a ello -o precisamente por ello- ha sido un fin de semana de esos que hacen afición.
Todo empieza el viernes a mediodía. A las dos pillamos el tren "La rubia" y un servidor. Trayecto Donostia-Zumaia. No llevamos cámara de fotos. Empezamos bien. Nos ponemos un poco al día de nuestras cosas, porque aunque nos vemos más que antes, aun se pueden contar con los dedos de una mano las veces que nos juntamos al año. Tengo la sensación de que en breve cambiara eso también.
Una vez llegamos a Zumaia, nos espera nuestro transporte. Ingoiu Racing. Ahí es nada. Llamadita y primera -de muchas- decepción. El cazador de murciélagos tiene comida y hasta las 22.00 no libra. Si si. Comida hasta las diez. Empiezas a entender cosas cuando te das cuenta de que sus comidas duran 7 horas... El viaje, ni corto ni eterno, de hora y media, discurre sin novedad. Como si supiéramos lo que nos esperaba al llegar, las ansias por ver el cartel de Lodosa a la entrada del pueblo se adueñan de nosotros y el nerviosismo se palpa. Risitas nerviosas, recordatorios de anecdotas anteriores y unos caramelos más que pasados de rosca amenizan el viaje.
Lodosa. Ya estamos. El Guardia se encarga de la sidra así que ¿habrá que comprar algo para cenar, no?? Embutido, tortilla -tortillón- de patata y postre. Napolitanas y algo que se parecían a cañas de crema, pero que no lo eran. Estaban tan malas que me comí el paquete entero menos la mitad de una que acabó en el buche de la psicóloga que al parecer, pirada pirada, no está.
Antes de eso, nos dimos un bañito en la piscina y a correr al toro. Bulladero se llamaba, o Chirrincloso, o Rocinante, o yo que se como cojones se llamaba el toro. Ni que importase el nombre. -Oye Bulladero, mira, ya se que me vas a pillar y me vas cornear, pero es que mira, mañana tengo jaleo y tal, y es que me viene mal que me pilles hoy-. Pues eso, como si importase el nombre. Sobre las seis de la tarde, con el tercer cohete, ese que es el que importa de verdad, los saltitos nerviosos son -irónicamente- lo único que te relaja. La tensión de correr el toro con soga en Lodosa, la sensación de complicidad con un bicho de 500 kilos, el respeto hacia los que controlan la soga, es algo que ni siquiera los que lo vivimos de cerca y con una pasión fuera de lo normal podemos explicar. Es algo por lo que merece la pena esperar a la tercera semana de septiembre.
Después de correr el toro, echar unos potes y a cenar que hay hambre. Nos pusimos de jamón, sachichón y tortilla macarenos. Vamos, que lo que quemamos en el toro lo recuperamos con creces. Ah!! y sidra, bien de sidra. Unas risas cenando, y al pueblo. De juerga. Primera parada en el Tubo. En contra de mi voluntad, pero "La rubia", "La amiga de Juan" y "La psico" mandan. Ese puto bar sigue sin tener una bombilla. No no. ¡¡No es coña!! No hay luz en todo el bar. Sólo en la barra. Lo más seguro es que sólo en la barra hay algo que merezca la pena ver... Después, una dosis de Kukux. Que mola más. Cacharritos varios. Que si birras, que si copas, que si lo otro... da igual, total, en el estómago se mezcla todo. Incoscientes... De aquí al Tic-Tac, que por cierto, ha abierto una terrazita interior en la que se está la mar de a gusto. Encontramos una cruz negra de cinta aislante, que a la postre acabó convirtiéndose en improvisados brazaletes negros que Gari y un servidor usamos "In Memoriam" de nuestro amigo el cazamurciélagos, que por lo visto ha caído en combate. En una guerra, por cierto, mucho más cruenta y más difícil de ganar que la de Irak.
Para acabar la noche, tras varias vueltas por miles de garitos -no eran tantos, pero las vueltas fueron más de mil- decidimos que para ser el primer día, pues como que ya nos vale. Y el Guardia suelta aquello mágico de "vamos a desayunar a mi casa". Joder, que más queremos. Una guarrada de desayuno que pa´que. Matizo. El tio se lo curró. Huevos fritos y bacon. La guarrada la aporta el menda, que a falta de pan no se me ocurre otra cosa que hacerme un bocadillo de huevo frito bacon y ajo dentro en un croissant de estos rellenos de chocolate. Vamos, una guarrada que se la pones al Robin Food y le da algo...
Bueno, y con esto acaba, más o menos, el primer día, que ya os he dicho que las resacas ahora nos duran el doble y yo aún estoy peleándome con la mía... Mañana, el sábado.

Espero que lo que no he escrito, lo aporten los susodichos con sus comentarios.


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