lunes, 21 de septiembre de 2009

De toros, Angustias, angustias y bebidas del diablo...

A veces las casualidades te llevan a vivir experiencias memorables aunque a primera vista no apostaras ni medio pimiento -nunca mejor dicho- por ellas. La semana de pasada me encontré en regatas con unos amigos. Me invitaron -obligaron- a ir a fiestas de Lodosa, algo que si bien en su día fui un habitual, hacía lo mínimo cinco años que no me dejaba ver por allá. Hasta aquí la introducción. ¿Pasamos a ver cómo ha ido el finde? A por ello.

Llego el viernes bajo un aguacero de mil pares. Joder, colega. Que manera de llover. El calentamiento global ha traído a la ribera las lluvias monzónicas. No me jodas, baby. Llover? Que va, te parecerá. El caso es que el viernes cuando llegue, cené en casa y salimos a dar una vuelta. Un triplete de Heineken y a casa, que no estaba el body para bromas, y al día siguiente había toro. A las tres, a casita. A planchar la orejita.

Me levanto a las diez y media del sábado después de haber dormido bastante bien, la verdad. Me meto a la ducha sin enterarme todavía muy bien de que iba la fiesta. La ropa me la había dejado planchadita la noche anterior así que hasta que no salí de la ducha y vi el pañuelico, el fajín y las zapatillas deportivas no me di cuenta de que iba al toro. Hacía tres años que no corría un encierro así que me puse un poquito nervioso. Curiosamente, me relajo ver a Menea a grito de parrapapapapa y toro toro toro!!! Me relajó un montón. Las cosas seguían siendo como siempre. Menea haciendo el bobo, Gari concentrado en la carrera y yo inquieto pero con ganas de ver toro. Nos pusimos donde siempre, en el pollo. Hubo un momento que parecía que olía mal, como a nervios que se dejan ver en los gayunbos. Ya sabeís a que me refiero. En el momento no dije nada, pero si. Fui yo. Se me pasó en seguida. En cuanto sonó el tercer cohete. Ya no hay sitio para el pánico. Solo para los nervios que suelen ser los que no te permiten ser más inconsciente de lo estrictamente necesario para ponerte delante de dos cuernos como esos. La verdad es que Gari y el menda nos echamos un par de carreras guapas. De las que hacen afición. De las que cuando ves que meten al toro en el camión, te entra un malestar en el cuerpo que solo se te va cuando vuelves a oír el tercer cohete unas horas más tarde.

El de la tarde no estuvo mal, aunque no cazamos cara como en el de la mañana, pero ya llegaremos ahí.

A mediodía, después del primer toro, nos marcamos un txikiteo guapo entre Menea, Gari y los tres, que acabo conmigo medio pa´llá, y yéndome a la siesta para evitar males mayores. Durante el txikiteo, aparecieron nuestras tres babys. Recordaba que las tres eran unos bellezones, pero el tiempo las ha hecho parecerse mas a unas Diosas semi mortales que a unas mortales endiosadas. Será cosa de familía. Difícilmente encontraremos a tres primas que aumenten el nivel de guapura en un bar a ese nivel. Incluso en el Tubo, aunque no se les vea, porque no hay ni un puto foco en todo el bar. ¡En todo el puto bar!

El caso es que después de la siesta, toro que te cae. Ya he dicho que peor que a la mañana pero también hubo carreras bonitas. Sobre todo esa de Maialen liándose a tortas con alguien porque no le dejaba correr bien. ¡Échale huevos! ¡Un bicho de 600 kilos a tres metros y una chavalita de 20 años a grito de ¡Eres tonta! contra alguna inutil! jajajaja que grande eres Maialen. Los hombres haciéndonos los machitos y Maialen descojonandose de nosotros a la puta cara. Que grande!

De ahí, a seguir txikiteando, y a ver el partido de Osasuna. Que desastre de partido. Del partido a casa a cenar. Y de cenar en casa, a la juerga.

Pero eso se merece un capítulo aparte. Mañana, ok?

Cuidaos corazones!

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