"Le entendí perfectamente lo que me dijo sobre el amor. De hecho, en el comienzo de una historia de amor, normalmente, siempre suele haber un flash provocado por la pasión. Debido a este flash, nos hacemos una foto del amor en nuestra cabeza. Una foto siempre ideal. Pero esa foto hay que pulirla con el día a día, como se completan los puzzles. Y ponemos una pieza aquí y otra allá, a veces bien y a veces mal porque ponemos piezas que no corresponden con la foto o porque las ponemos en sitios equivocados. Y nos damos cuenta, al final, como en el puzzle del amor, incluso en el mejor de los casos, siempre hay algunas piezas que faltan y otras que sobran, y que por lo tanto la foto no se puede completar. Y entonces, jugar todos los días a ese juego se puede convertir en un camino cuesta arriba, que nos lleve hasta la frontera de la impotencia, donde la desesperación, el derrotismo, o lo que es peor, el aburrimiento dan vueltas y mas vueltas alrededor de los amantes como los pàjaros de mal agüero, con intención de poner el puzzle patas arriba. Porque en la rutina no existe el amor perfecto. Y el nuestro no era, por supuesto, un amor perfecto..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario